El Equinoccio de otoño ha sido celebrado desde hace milenios por diferentes culturas, vinculando la fiesta de la cosecha al portal energético del equinoccio (cuando el Sol atraviesa el ecuador celeste).
La entrada del otoño coincide con la recogida de los frutos y la preparación de estos de cara a los meses de otoño e invierno. Por este motivo numerosas culturas han celebrado desde hace milenios rituales de agradecimiento por la abundancia cosechada, por ejemplo, los campesinos europeos celebraban la fiesta de Avalon, los teutones la Búsqueda del Invierno, el pueblo hebrero denominaba a esta festividad la Fiesta del Tabernáculo, etc.
El pueblo celta celebraba la entrada del otoño con una festividad conocida como Mabon. Mabon era el dios celta de las viñas, y para honrarle se celebraba una fiesta con motivo de la última vendimia, que coincidía con el equinoccio de otoño. La festividad de Mabon era una de las tres fiestas celtas dedicadas a la cosecha, junto con Lughnasadh (o Lammas) y Samain. La festividad de Mabon suele celebrarse entre el 21 y el 24 de septiembre, ya que la entrada del otoño puede cambiar de día. Esto se debe a que la hora de inicio del otoño varía 6 horas respecto al año anterior, fruto de las modificaciones introducidas en el calendario solar por el calendario gregoriano.
En la actualidad se sigue conservando la tradición de celebrar la fiesta de la cosecha y la vendimia, en ocasiones asociada a eventos católicos o fiestas populares. Sin embargo, la tradición wiccana continúa celebrando esta fiesta honrando su energía y portal energético para la abundancia y la prosperidad.
¿Cómo podemos celebrar el Mabón? Es muy sencillo. Tan solo hay que elaborar en nuestra casa un pequeño altar u ofrenda con frutas y semillas propias de esta época, como pueden ser las uvas, las calabazas, piñas (de pino), almendras, nueces, hojas de laurel, ramitas de canela, cáscaras de cítricos, manzanas, peras, etc. Sobre una tabla o bandeja, colocaremos estos elementos con intención de gratitud. Añadiremos una vela, preferiblemente blanca, amarilla o naranja.
El día del equinoccio, realizaremos una meditación para agradecer la prosperidad y la abundancia y pediremos que éstas continúen en nuestras vidas. Antes de la meditación, nos colocaremos en un rincón tranquilo de nuestra casa, o en la naturaleza. Pondremos el altar con la ofrenda de frutos, y añadiremos piedras naranjas, rojas, blancas, amarillas o marrones (como ojo de tigre, cuarzos, topacio, ámbar, ópalo amarillo, cornalina, etc.). Encenderemos un incienso que tenga canela y prenderemos la vela. En posición de ceremonia (meditación con intención) realizaremos nuestros agradecimientos y plegarias.
Al finalizar, podemos colocar la bandeja de ofrenda en la entrada de nuestra casa, para así indicarle al Universo que nuestra casa está preparada para recibir abundancia. Esta celebración la podemos realizar de manera individual, o con más gente.